lunes, 5 de agosto de 2013

10 COSAS QUE DEBES CONSIDERAR AL ELEGIR UN SOCIO

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Una sociedad de negocios es igual a un matrimonio: lo que puede empezar con felicidad y entusiasmo, puede terminar en una pelea casi a muerte. Por eso es vital conocer muy bien todos los aspectos necesarios de esa persona que estás considerando tener como socio, desde su situación financiera hasta sus planes personales a futuro.

1. Buscar lo antagónico (en el buen sentido)
En primer lugar, debe ser diferente a ti, pero en el sentido de que debe aportar algo diferente –a nivel de habilidades y personalidad- al proyecto que manejan en conjunto. Una persona creativa probablemente necesite tener a alguien metódico a su lado; una persona con una amplia capacidad de producción debería asociarse con un buen administrador; un excelente gerente de asuntos internos necesita a un buen relacionista público; incluso en términos del carácter alguien introvertido debe buscar el balance con un socio introvertido.

2. Armonía financiera
Si en las habilidades y la personalidad debe haber diferencias, en las cuentas bancarias, por el contrario, deben haber similitudes. Aunque, en realidad, lo importante no es contar con la misma cantidad de capital, sino tener claro el estado financiero de ese futuro socio antes de iniciar una relación empresarial.
La transparencia es por lo tanto vital. Grandes deudas y otro tipo de compromisos económicos pueden ser decisivos en las decisiones que puedan tomar a corto plazo.  El abogado estadounidense especialista en pequeña y mediana empresa, Gregory Kratofil, puntualiza: “Si tiene demasiadas obligaciones, pero dice que puede ingeniárselas con un sueldo promedio, entonces es una mala señal”.

3. Dedicación temporal
Como socios, ninguno está obligado a cumplir un horario fijo (esa es una de las grandes ventajas de crear tu propia empresa), pero sí es importante que, aunque no inviertan la misma cantidad de horas en el lugar de trabajo, tengas claras las expectativas del otro sobre el tiempo presencial que podrá invertir y cómo se ajustaría a tus tiempos.

4. Un compromiso común
El entusiasmo de iniciar tu propia empresa con un amigo de toda la vida puede llenarlos de una emoción inicial que luego, cuando los gajes del oficio se interpongan en el día a día, se puede desmoronar. Allí entra el factor “compromiso”. La idea o el proyecto debe ser algo que los entusiasme por igual y por lo cual estén dispuestos a entregar (muchas) horas de dedicación. De lo contrario, vienen entonces los descontentos, las peleas y las disoluciones.

5. Compromisos personales no comunes
Un hijo, un familiar enfermo, una carrera artística, son muchos los compromisos personales que una persona puede tener y que condicionan la distribución de su tiempo. Puede sonar insensible, pero es la verdad: antes de iniciar una sociedad debes considerar todos esos factores (tanto de ti mismo como del que sería tu socio). Por ejemplo, si planea irse a otro país a vivir para hacer una especialización académica por un año, entonces probablemente no sea conveniente formar una sociedad.

6. Cómo se manejarían las crisis en el futuro
Al momento de sentarse y estudiar las posibilidades de la sociedad, es importante evaluar cómo tu posible socio manejaría una situación de crisis, porque estas serán inevitables y la forma de enfrentarlas define la supervivencia de cualquier empresa. Un ejemplo podría ser el qué harían si una quincena no pueden pagar la nómina de los empleados. ¿Pedir un préstamo, pedir disculpas, fingir un error de nómina? Su respuesta reflejará si están en la armonía correcta para enfrentar la crisis del futuro.

7. Qué preguntas quiere hacerme
No eres solo tú el que debe plantearle situaciones e interrogantes a tu posible socio, él también puede tener muchas cosas que decirte o preguntarte. Y si no es así, pues hay ya una falta de interés y compromiso con la que no es recomendable comprometerse. Tus expectativas deben ser tan importantes para él como lo son para ti.

8. Reputación
Si no conoces muy bien a tu socio potencial, o no conoces casi nada de su experiencia y entorno profesional, es bueno buscar referencias de otras personas, -jefes, compañeros y empleados-, para tener una noción general de cuáles son sus aptitudes y sus defectos. Recuerda que una vez que formalices una sociedad, disolverla puede ser un verdadero dolor de cabeza. Confirma mejor los datos que necesites para tener confiabilidad: desde su liquidez financiera hasta su armonía en la vida personal.

9. Ponerlo por escrito
Un acuerdo oral cerrado con un apretón de manos ha funcionado para algunos. Para otros, ha sido un verdadero desastre. Dejar todo por escrito asegura el cumplimiento de un acuerdo mutuo en caso de que las cosas no salgan como esperaban, para bien o para mal. Si tu socio es una persona de suma confianza, consideren esto como un resguardo legal que va más allá de confianza. Recuerda que en los negocios las reglas siempre son distintas, aunque no antagónicas, a las de la amistad.

10. Pregúntate: ¿realmente necesito un socio?
Finalmente, debes considerar la naturaleza del proyecto que tienes en mente. Si es algo que al final de cuenta puedes manejar solo, no sientas pánico y hazlo. Será lo mejor. No siempre lo ideal es trabajar con otra persona, aunque el pensamiento generalizado lo imponga como requisito indispensable para tener un negocio exitoso. Quizás lo que realmente necesites es alguien que trabaje contigo. Lo repetimos: es más fácil formar una sociedad que disolverla. Así que comienza por desarrollar bien la idea de tu proyecto y luego determina si necesitas o no un aliado integral.

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