viernes, 9 de agosto de 2013

¿Se puede vivir sin sexo?

¿Se puede vivir sin sexo?

Foto: Archivo
Hay mujeres que están solas y no quieren “exponerse” a encuentros que podrían resultar conflictivos o riesgosos. Prefieren guardarse o “llamarse a sosiego” hasta encontrar un hombre que valga la pena o, esencialmente, que se comprometa en la relación.
Ya no existen las jóvenes damas ilusas que esperan a que llegue el príncipe azul para brindarle la atesorada virginidad. La mayoría de ellas vienen de vínculos conflictivos, decepcionadas por las mentiras o por convivir con un ser que de un día para otro se convirtió en un extraño. Volver a enamorarse y a tener sexo se constituye entonces en un objetivo lejano y difícil de alcanzar.
Las mujeres independientes, defensoras de su autonomía, de medios urbanos, con diferentes grupos sociales de pertenencia, son las que mejor resisten la vida sin pareja y sin sexo. Atender a su dignidad más que a sus exigencias carnales se convierte en su objetivo. Son las cruzadas del “sexo con amor”, no por religión ni mandato familiar. Exclusivamente por honor a su ser y a su feminidad.
El sexo siempre está
El encuentro sexual es una parte fundamental de la vida interpersonal. Sentimos el deseo, la intensidad del amor y del placer, nos entregamos al otro sin perder la individualidad y tenemos la capacidad innata de proyectar la vida en compañía. En síntesis: el gran desafío de ser singulares en una experiencia íntima compartida.
Si esa fuerza llamada libido es inherente a lo humano, la represión o sublimación de la misma son adquiridas. El interés sexual puede reprimirse por experiencias frustrantes, traumas, vergüenza, rencores, falta de comunicación, incapacidad para demostrar afectos, etc.

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